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El secuestro de la amigdala: como actuar

A todos nos ha pasado. Seguro que alguna vez en tu vida te has sentido arrastrado por una especie de impulso incontrolable que te ha hecho “perder los nervios” y decir o hacer cosas de las que al cabo de un tiempo y ya en frío te has lamentado. La neurociencia denomina a este proceso “secuestro amigdalar” y tiene su explicación científica.

La amígdala es uno de los centros emocionales de nuestro cerebro. Es el radar que detecta los peligros y el punto desencadenante de emociones como la angustia, la ira, el miedo, el impulso. Está diseñada como un instrumento de supervivencia y cuando ésta detecta una amenaza, en cuestión de décimas de segundo es capaz de tomar el mando del resto del cerebro. Al tomar el control de la situación los circuitos de la amígdala, otras partes del cerebro dejan de funcionar con normalidad.

De ahí que cuando estamos en pleno secuestro amigdalar dejemos de pensar con claridad, no podamos apenas concentrarnos en lo que estamos haciendo, seamos incapaces de aprender nada nuevo  y puede que hasta se nos olviden datos o información muy básica. En definitiva, perdemos eficiencia para convertirnos en marionetas de nuestras emociones, recurrimos entonces a los hábitos y conductas inconscientes de siempre y ya no hay cabida para la innovación ni para la flexibilidad.

Muchos de nosotros, ante las condiciones actuales de inseguridad  e inestabilidad de nuestro entorno, funcionamos a diario, nos comunicamos y operamos desde un estado que equivaldría a un secuestro amigdalar, leve pero crónico.

¿Qué podemos hacer en caso de secuestro para no dejamos arrastrar y volver a tomar las riendas?

1. El primer paso es el más importante y consiste en detectar que acabamos de ser secuestrados. Tu cuerpo te lo hará saber si le escuchas. Pon tu atención en las sensaciones en tu cuerpo -quizás sientas crispación en las manos, presión en la frente, angustia en el estómago, tensión en las aletas de tu nariz- Cuanto antes detectes el “secuestro” más fácil te será actuar para salir de él.

2. Una vez detectado, recuérdate a ti mismo que la amígdala se equivoca con mucha frecuencia, pues solo es capaz de recoger una pequeña fracción de las señales que el cerebro recoge del exterior. Es decir, puede que ésta haya interpretado que existe un  peligro cuando no lo hay. Y dado que vivimos en un mundo donde la mayoría de las “amenazas” son simbólicas y no físicas, los errores de la amígdala son muy frecuentes. Cuestiónate entonces si de verdad tu jefe te quiere despedir, si ese compañero realmente quiere que fracases, o si tu pareja te está ocultando la verdad (por poner solo algunos ejemplos). ¿Qué evidencias tienes? Al terminar este paso, ya habrás notado que tu angustia o tu miedo han perdido algo de intensidad.

3. Por último, recurre durante unos minutos a alguna técnica de relajación corporal que conozcas o haz una pequeña meditación. Tu cuerpo se relajará y tu amígdala interpretará que ya no hay peligro y dejará el mando del cerebro a otros circuitos más productivos.

Quizás no lo consigas a la primera; ten paciencia y sé compasivo contigo mismo. Sé constante y, sobre todo, practica, practica y practica. Quien persiste, lo consigue.
Si quieres más información sobre este tema o sobre nuestros servicios de cocaching para entrenar la eficiencia personal, mándanos un e-mail a susana@tyt-coaching.com

Susana García

Coach Profesional

+34606828455

 


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¿De que se arrepienten los que estan a punto de morir?

  1. Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí.
  2. Desearía no haber trabajado tan duro.
  3. Desearía haber tenido el coraje para expresar mis sentimientos.
  4. Desearía haberme mantenido en contacto con mis amigos.
  5. Desearía haberme permitido ser más feliz.

A la hora de hacer balance, una gran parte de la población mundial no está satisfecha con la vida que ha desarrollado.

Estos de arriba son los 5 lamentos más comunes de las personas que durante años entrevistó y cuidó la enfermera de cuidados paliativos Bonnie Ware.

http://www.inspirationandchai.com/Regrets-of-the-Dying.html

Muchas personas que han estado a punto de morir, ya sea por un accidente o por una grave enfermedad, suelen cambiar radicalmente su forma de vida una vez restablecidas. Aseguran que superar una situación cercana a la muerte equivale a nacer de nuevo y que no merece la pena vivir una vida que no les satisface.

Muchos de nosotros vivimos como si nunca fuéramos a morir, como si dispusiéramos de infinito tiempo. Quizás por eso nos atrevemos a malgastarlo viviendo vidas que no nos llenan. Cuando es demasiado tarde solo queda arrepentirnos.

Para los que aún estamos a tiempo…………¿Qué estás dejando de hacer o qué sueños te estás permitiendo dejar desvanecer, con la excusa de que “ahora no es el momento”?

Me encantaría escuchad/leed vuestros comentarios.

Susana García Pinto

Executive and Life Coach

 


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Los 10 razones de peso para ser infelices en el trabajo.

Cambiar de profesión, o de empresa requiere su dosis de coraje. La mayoría de las personas dudan o incluso desisten finalmente de hacerlo por culpa de una serie de “creencias” que nosotros mismos asumimos como ciertas, que jamás nos hemos cuestionado y que se instalaron en nuestros circuitos neuronales de forma inconsciente desde bien pequeñitos.

Si queremos avanzar hacia un más satisfactorio desarrollo profesional, y de paso personal, deberemos soltarnos de esas cadenas. La única forma de  liberarnos de nuestras propias creencias es, primeramente, identificarlas, para después o bien by-passearlas o bien sustituirlas por otras más “posibilitadoras”.

 Según un prestigioso estudio sobre auto creencias realizado por una Universidad británica,  éstas son las 10 creencias más comunes que obstaculizan, nos frenan, o incluso paralizan, a la hora de llevar a cabo un deseado cambio profesional,  privándonos de alcanzar una mayor satisfacción en nuestra carrera profesional.

1. Mis padres (o yo) han invertido un dinero considerable en mi educación, y no voy a tirarlo todo por la borda ahora.

2. El trabajo es tan solo trabajo, y nunca puede llenarnos.

3. Yo ya soy demasiado mayor para cambiar de trabajo ahora.

4. Perseguir tu sueño no es realista, es egoísta y, por supuesto, muy arriesgado.

5. Mis jefes (o mis clientes) cuentan conmigo y me necesitan. No puedo dejarlos tirados justo ahora.

6. Si aguanto lo suficiente y me quedo en mi trabajo actual, seguro que al final le encuentro el lado positivo y me acaba gustando.

7. Es imposible que yo encuentre un trabajo en lo que me gusta.

8. Si decido cambiar de puesto o de sector tendré que volver a formarme y eso cuesta un dineral.

9. Todos los trabajos tienen su lado malo, así que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

10.Por lo menos donde estoy tengo seguridad. Sé que esperan de mí y sé que puedo hacerlo bien. Es cuestión de aguantar—–X—años hasta la jubilación, no es tanto, y luego haré lo que quiera.

¿Has identificado la tuya? Si es así, te pregunto: ¿Cómo sabes que es cierta? ¿Qué evidencias tienes que lo constaten? ¿Qué pasaría si “eso” no se cumpliera en el 100% de los casos?

Y por último os dejo con una reflexión: ¿Qué precio estamos pagando no cuestionándonos estas creencias?

Me encantaría leer/escuchar vuestros comentarios

Disfrutad

Susana García Pinto

Executive and Life coach

 

 


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