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Claves para conectar con tu entrevistador

Claves para conectar con tu entrevistador

 

Muchas veces me encuentro con que mis clientes perciben la entrevista de trabajo    más como un interrogatorio de la KGB que como una conversación muy importante entre dos partes donde cada una va a tratar de hacerse una idea de cómo sería trabajar con la otra en un futuro cercano.

Ir nervioso suele ser inevitable a la hora de acudir a una importante entrevista; sin embargo, no solemos caer en la cuenta de que muy probablemente nuestro entrevistador también lo esté. ¿Por qué? Pues porque se juega mucho en ello. Contratar a una persona es una elección que conlleva sus riesgos y una inversión que lleva un tiempo rentabilizar. Y teme tomar una decisión errónea.

A esto se le añade que muchas de las personas involucradas en un proceso de selección no han recibido formación para ello, y se les pide que de entre un número significativo de candidatos detecten a aquél que mejores resultados va a proporcionar a la empresa a medio plazo.

Un dato curioso: Las probabilidades de que un empleador encuentre un buen empleado en la entrevista de contratación son solo un 3% mayores de las éste tendría si eligiera un nombre al azar. (De qué color es mi paracaídas, Richard Bolles)

Luego desde esta perspectiva, la entrevista de trabajo es algo más parecido a una cita a ciegas que a un proceso exacto e infalible. De ahí que debamos ir más allá de tan solo centrarnos en demostrar que poseemos las competencias requeridas para el puesto y pongamos nuestro foco en “ganarnos” a nuestro entrevistador. Y para ello es indispensable que primeramente nos pongamos “en su piel” para entender cuáles son las “preocupaciones” de éste.

Más allá de lo que diga nuestro CV, de lo bien que detallemos nuestras competencias y experiencia profesional,  esa persona “necesitará” averiguar de ti lo siguiente:

  • Si eres una persona en la que se puede confiar. Es decir, si eres honesto, ético, leal  y responsable.
  • Si estás realmente motivado para realizar este cambio profesional. Necesita sentir, ver, escuchar tu entusiasmo. Saber que realmente te interesa este puesto y no otro, esta empresa y no cualquier otra.
  • Si eres una persona de trato fácil, que no va a dar problemas en su relación con sus nuevos compañeros, que contribuye a generar un buen ambiente en el entorno de trabajo y no va a ser origen de conflictos. En resumen, que sabe comunicarse y que auto gestiona bien sus emociones.

Así que aquí lo tienes: tu labor principal en una entrevista es poner tu atención en crear rapport o conexión con la persona que tienes en frente. He aquí ocho claves para ello:

 

  1. Esmérate en hacer sentir a la otra persona cómoda en tu presencia, que sienta que se puede relajar contigo porque eres de fiar y sabe que lo que le vas a decir es cierto. Recuerda que es muy probable que él también esté nervioso.
  2. Hazle sentirse seguro en tu presencia. Recuerda que una genuina sonrisa predispone a la otra persona a escucharnos mejor.Mira a tu entrevistador a los ojos de forma clara y natural, enséñale también las palmas de tus manos, no las escondas. Aunque parezca muy básico nuestro cerebro reptiliano (el más primitivo) necesita saber que el otro no porta ningún arma.
  3. Deja que sea él quien lleve el mando y marque el ritmo de la entrevista y adecúa tu tono de voz y postura a los suyos.  Mide la extensión de tus respuestas, no deben de ser ni demasiado breves ni demasiado extensas (corres el peligro de que tu entrevistador se distraiga y perdáis la conexión)
  4. Haz saber a la otra persona que la estás escuchando, que estás 100% presente. Para ello sírvete de tu postura (ligeramente inclinada hacia tu entrevistador), de las palabras, y de tus gestos.
  5. Emplea el lenguaje no verbal apropiado (tu tono de voz, gestos, expresión facial) para que este ser humano recoja tu entusiasmo y tus ganas de trabajar en su empresa pero cuídate de no sobreactuar.
  6. Prepárate ejemplos de tu pasado en los que queda de manifiesto que eres una persona afable, que genera buen ambiente y con la que da gusto trabajar y nárralos de forma espontánea, veraz (sí es posible ser espontáneo e ir preparado a la vez) y atractiva.
  7. Entrevista a tu entrevistador.  Hazle sentir que para ti este puesto de trabajo en muy importante y que quieres recabar toda la información necesaria para poder hacerte una idea lo más acertada posible de cómo sería el día a día en este puesto.
  8. Deja fluir tu intuición y si ves la oportunidad aprovéchala para “anclar” tu relación con este entrevistador. Esto es todo un arte, pero no pierdas de vista que un comentario acertado e inesperado en el momento justo puede hacer que esa persona te recuerde con mucha más intensidad que al resto de los candidatos.

Como siempre, la clave para el éxito es la preparación y cada uno de estos puntos indicados pueden ser entrenados y por supuesto mejorados de forma que te asegures de dar lo mejor de ti en algo tan importante como es tu siguiente paso en tu desarrollo profesional.

“Quien logra finalmente ser contratado no es necesariamente el que conoce mejor cómo hacer el trabajo, sino el que sabe mejor cómo conseguir el empleo” Richard Lathrop “Who´s hiring who”

Susana García

Coach and Trainer at Trusting your Talent Coaching

susana@tyt-coaching.com

www.tyt-coaching.com

 

 

 


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¿Por que no nos educan para reconocer nuestros talentos?

Todas las personas, sin excepción, venimos a este mundo con una serie de talentos y habilidades que son innatos y que numerosos estudios científicos han demostrado permanecen inalterables en nosotros con los años. En otras palabras, lo que se nos daba bien o nos encantaba hacer a los 3 años se nos seguirá dando bien a los 80.

Estos talentos son la plataforma natural para poder desarrollar todo nuestro potencial a lo largo de nuestras vidas y, paradójicamente, en lugar de enseñarnos de pequeñitos a reconocerlos para luego aprovecharlos, como parece que dictaría el sentido común, maestros, familiares y tutores se empeñan en usar ese precioso tiempo en señalarnos aquellas cosas que no hacemos “lo suficientemente bien” o  en las que no destacamos.

A muchos nos resultará familiar la frase: “Tú podrás ser lo que quieras en la vida si te esfuerzas lo suficiente” y lo cierto es que es poco probable que una persona a la que no se le den bien los números llegue a convertirse con los años en un gran contable. Con esfuerzo y dedicación podrá llegar a ser un buen contable, pero no un brillante contable. Esa es la diferencia. Cuando ponemos nuestra atención y nuestro esfuerzo en un área para la cuál tenemos una facilidad innata – o un talento- ese tiempo invertido da frutos mucho antes y mucho mejores que los que recogería otra persona que no partiera de esa habilidad. Habremos desarrollado entonces una fortaleza.

TALENTO  X  INVERSIÓN  = FORTALEZA

Estudios realizados por el prestigioso Instituto Gallup concluyen que aquellas personas que diariamente enfocan su actividad  en sus áreas de fortaleza tienen seis veces más probabilidad de sentirse motivados y contentos en sus trabajos y tres veces más de tener una muy buena calidad de vida que aquellos que están enfocados en otras áreas. Una mayor satisfacción en el trabajo revierte en una mejor calidad de vida y a su vez incrementa también la calidad del trabajo que producimos.

Como una vez dijo el reconocido cirujano francés Victor Pauchet, “el trabajo más productivo es el que sale de las manos de un hombre contento”.

Lamentablemente muchas personas llegan al final de su vida habiendo recorrido caminos equivocados, aquellos de máxima resistencia, nadando contra corriente muchas veces, y habiendo dejado pasar maravillosas oportunidades de desarrollar su extraordinario potencial y de experimentar el inmenso placer que esto produce.

Es por esto que desde aquí lanzo una llamada de urgencia para que no solo dirijamos nuestra atención e intención a descubrir  y desarrollar nuestros propios talentos sino que ayudemos a los que nos rodean a que se hagan conscientes de los suyos. Pongamos nuestro granito de arena para hacer de éste mundo mejor.

Cada ser humano alberga unas maravillosas habilidades innatas que solo están esperando a ser descubiertas.

Oliver Wedell Holmes dijo: “Algunas personas mueren con su música aún dentro”  Y tú, ¿sabes cuál es tu música?

Si quieres saber más, escríbeme a

susana@tyt-coaching.com

Susana García Pinto

Coach Profesional Certificada

Trusting your Talent Coaching

 

 

 

 

 

 


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El impacto del lenguaje no verbal en una entrevista de trabajo

 

¿Eres consciente de lo que expresas sin palabras?

El 93% de lo que comunicamos durante una entrevista de trabajo lo hacemos sin palabras. Podemos llevar preparado al dedillo nuestro discurso, pero si lo que contamos a nuestro interlocutor con nuestros gestos, expresiones o con nuestro tono de voz es diferente de lo que le estamos queriendo decir con palabras, éstas serán llevadas por el viento y será lo expresado a través de nuestro cuerpo lo que perdure en la memoria de nuestro entrevistador.

Podemos defender con extraordinarios argumentos que somos el candidato perfecto para ocupar la vacante, que éste es el puesto de nuestra vida, para el que hemos nacido sin duda, pero si nuestro tono de voz al contarlo es plano y monótono, si no transmite emoción o entusiasmo alguno, no nos creerán.

Entre el 20 y el 30% de lo que expresamos lo hacemos con nuestro tono de voz y entre el 60 y el 70% con nuestros gestos, posturas y expresiones faciales. Pero  ¿qué porcentaje de todo ello podemos o somos capaces de controlar?

En una entrevista de trabajo transmitiremos con nuestro cuerpo y voz aquello que nuestro subconsciente realmente siente, piensa y cree sobre nosotros mismos,  nuestro pasado y nuestras capacidades.

Vulgarmente se dice que “el cuerpo no  miente”, y en términos generales podemos decir que es cierto, pero ¿es posible entrenarse para expresar no verbalmente lo que queremos transmitir con nuestras palabras?

Numerosos estudios científicos así lo avalan. Los políticos y demás personas públicas lo saben y contratan coaches que les entrenen, conscientes de que la idea que los demás nos haremos de ellos se sustenta sobre la imagen que cuidadosamente proyecten ante las cámaras y en las emociones que percibamos a través de su  tono de voz en el discurso. No del discurso en sí.

Durante la entrevista de trabajo, cuanto más alineado esté nuestro mensaje con quien realmente somos, más consistencia habrá en nuestro lenguaje no verbal y más fácil resultará el entrenamiento. Por ello es importante adueñarnos corporalmente de nuestras fortalezas y de nuestros éxitos, sentirnos orgullosos de éstos y saber presentarlos no solo con nuestras palabras.

Aquellos que sepan transmitir seguridad, confianza y entusiasmo a su interlocutor tendrán más probabilidades de cosechar éxito y conseguir el puesto que desean.

Para aquellos que deséeis profundizar un poquito más en este tema, os dejo un link a una interesantísima charla TED sobre este tema de mano de una de las expertas mundiales en el área del lenguaje no verbal:

Our body language shapes who you are

Para más información sobre nuestro servicio de coaching para entrevistas de trabajo, estoy a vuestra disposición.

 

Susana García

Coach Profesional Certificada, Miembro de ICF

susana@tyt-coaching.com 

 


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AHORRA EN ESTRES, INVIERTE EN VIVIR


“Estoy estresado”
es una expresión muy frequente en boca de casi todos hoy en día, y sin embargo, muy pocos somos conscientes del impacto demoledor que “sentirse verdaderamente estresado” tiene en nuestra salud, en nuestra eficiencia y en la calidad de nuestras relaciones. En definitiva, el estrés es uno de los saboteadores más potentes de nuestra calidad de vida.

Si nos hicieran un sencillo chequeo médico en uno de esos momentos en los que sentimos el estrés caernos a plomo, el informe diría lo siguiente:

“Tiene Ud. unos niveles elevadísimos de hormonas del estrés en sangre (cortisol y adrenalina), un incremento de su frecuencia cardiaca, de su tensión muscular, de glucosa y colesterol en sangre, del número de plaquetas, y por si fuera poco, se detecta también  una notable disminución del riego sanguíneo en las zonas del cerebro determinantes de su eficiencia, en su aparato digestivo, riñones, hígado y glándulas sexuales, piel y su sistema inmunitario está por los suelos …”

Con este panorama no es difícil comprender que un elevado grado de estrés continuado en el tiempo pueda dar lugar a trastornos  crónicos de ansiedad, enfermedades como la depresión, el cáncer, la hipertensión  y otros tantos trastornos psicosomáticos cada vez más frecuentes en nuestra sociedad.

Sin embargo no enfermamos de repente y por lo tanto, antes de que sea demasiado tarde, nuestro cuerpo nos va ido alertando de la necesidad de atajar y reducir nuestro estrés a través de una serie de síntomas como: trastornos del sueño, irritabilidad, cansancio generalizado, desmotivación, dificultad para concentrarnos, rigidez muscular especialmente en hombros y cuello, dolores de cabeza, malas digestiones o reflujo,  son tan solo algunos de ellos. ¿Os suenan?

En nuestras manos está atajarlos. A veces las personas que nos rodean perciben los efectos de nuestro estrés antes que nosotros mismos. Que nos lo hagan saber, es por tanto, un gran regalo.

Científicamente está demostrado que cuando estamos sometidos a un alto grado de estrés las zonas de nuestro cerebro encargadas de la eficiencia y la creatividad reciben menos riego sanguíneo y por tanto nuestras respuestas a los numerosos desafíos del día a día son más limitadas y menos efectivas. Nuestra capacidad para percibir a los demás y a lo que verdaderamente está pasando a nuestro alrededor disminuye drásticamente, mientras estamos ocupados en “defendernos” “huir” o “paralizarnos” ante las percibidas amenazas que rondan en nuestra cabeza.

¿Qué podemos hacer para reducir nuestro estrés?

1. Como siempre, lo primero es detectar que estamos estresados escuchando y poniendo atención a los mensajes que nos manda nuestro cuerpo y, por qué no, escuchando también a los que nos rodean.

2. Tómate el tiempo para identificar tus fuentes de estrés. Tal vez sea una sobrecarga de trabajo motivada por tu resistencia a delegar  en otros, o tu falta de asertividad para decir NO que te lleva a echarte mas carga a tu espalda de la que te corresponde, quizás tu forma de gestionar la incertidumbre no es la más efectiva, o simplemente sea el pánico por “no tener nada que hacer”  lo que te empuja cada día a saturar tu agenda con todo tipo de actividades y compromisos que acabas no disfrutando del todo. La mayoría de las veces, la fuente de nuestro estrés no son tanto las circunstancias externas sino nuestra forma de reaccionar ante ellas y la manera en la que gestionamos nuestras emociones.

3. Párate a diseñar una estrategia que ataque de raíz tus principales fuentes de estrés y ponla en marcha y de nuevo tómate el tiempo para evaluar los resultados al cabo de los días. ¿Fue eficaz? ¿Qué funcionó? ¿Qué podría hacer diferente para mejorarla aún más?  ¿Qué cambio he notado? Practica, practica y practica.

4. Introduce en tu día a día aquellas actividades que te generan placer y bienestar. Solo tú sabes cuáles son. Está demostrado que el ejercicio físico, reírse, hacer ejercicios de respiración, meditar, relacionarse, las relaciones sexuales saludables, generan las llamadas hormonas del bienestar, como las endorfinas y las oxitocinas, que contrarrestan el impacto negativo de las llamadas hormonas del estrés y nos hacen sentir mejor.

5. Por último hazte más consciente del precio que estás pagando por no atajar tu nivel de estrés. Date cuenta de qué áreas de tu vida están siendo perjudicados o cuáles estás dejando de disfrutar plenamente o de estar presente. Solo tenemos una oportunidad para vivir esta vida, en tus manos está el disfrutarla plenamente y hacer que  haya merecido la pena.

Si quieres más información sobre nuestros talleres y programas de coaching para gestionar el estrés házmelo saber

susana@tyt-coaching.com

http://www.tyt-coaching.com/servicios-coaching-salud-bienestar.htm

 

Estoy a vuestra disposición

Susana García Pinto

Coach Profesional para la salud y el bienestar

www.tyt-coaching.com

+34606828455

 

 

 


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El secuestro de la amigdala: como actuar

A todos nos ha pasado. Seguro que alguna vez en tu vida te has sentido arrastrado por una especie de impulso incontrolable que te ha hecho “perder los nervios” y decir o hacer cosas de las que al cabo de un tiempo y ya en frío te has lamentado. La neurociencia denomina a este proceso “secuestro amigdalar” y tiene su explicación científica.

La amígdala es uno de los centros emocionales de nuestro cerebro. Es el radar que detecta los peligros y el punto desencadenante de emociones como la angustia, la ira, el miedo, el impulso. Está diseñada como un instrumento de supervivencia y cuando ésta detecta una amenaza, en cuestión de décimas de segundo es capaz de tomar el mando del resto del cerebro. Al tomar el control de la situación los circuitos de la amígdala, otras partes del cerebro dejan de funcionar con normalidad.

De ahí que cuando estamos en pleno secuestro amigdalar dejemos de pensar con claridad, no podamos apenas concentrarnos en lo que estamos haciendo, seamos incapaces de aprender nada nuevo  y puede que hasta se nos olviden datos o información muy básica. En definitiva, perdemos eficiencia para convertirnos en marionetas de nuestras emociones, recurrimos entonces a los hábitos y conductas inconscientes de siempre y ya no hay cabida para la innovación ni para la flexibilidad.

Muchos de nosotros, ante las condiciones actuales de inseguridad  e inestabilidad de nuestro entorno, funcionamos a diario, nos comunicamos y operamos desde un estado que equivaldría a un secuestro amigdalar, leve pero crónico.

¿Qué podemos hacer en caso de secuestro para no dejamos arrastrar y volver a tomar las riendas?

1. El primer paso es el más importante y consiste en detectar que acabamos de ser secuestrados. Tu cuerpo te lo hará saber si le escuchas. Pon tu atención en las sensaciones en tu cuerpo -quizás sientas crispación en las manos, presión en la frente, angustia en el estómago, tensión en las aletas de tu nariz- Cuanto antes detectes el “secuestro” más fácil te será actuar para salir de él.

2. Una vez detectado, recuérdate a ti mismo que la amígdala se equivoca con mucha frecuencia, pues solo es capaz de recoger una pequeña fracción de las señales que el cerebro recoge del exterior. Es decir, puede que ésta haya interpretado que existe un  peligro cuando no lo hay. Y dado que vivimos en un mundo donde la mayoría de las “amenazas” son simbólicas y no físicas, los errores de la amígdala son muy frecuentes. Cuestiónate entonces si de verdad tu jefe te quiere despedir, si ese compañero realmente quiere que fracases, o si tu pareja te está ocultando la verdad (por poner solo algunos ejemplos). ¿Qué evidencias tienes? Al terminar este paso, ya habrás notado que tu angustia o tu miedo han perdido algo de intensidad.

3. Por último, recurre durante unos minutos a alguna técnica de relajación corporal que conozcas o haz una pequeña meditación. Tu cuerpo se relajará y tu amígdala interpretará que ya no hay peligro y dejará el mando del cerebro a otros circuitos más productivos.

Quizás no lo consigas a la primera; ten paciencia y sé compasivo contigo mismo. Sé constante y, sobre todo, practica, practica y practica. Quien persiste, lo consigue.
Si quieres más información sobre este tema o sobre nuestros servicios de cocaching para entrenar la eficiencia personal, mándanos un e-mail a susana@tyt-coaching.com

Susana García

Coach Profesional

+34606828455

 


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